Empieza el cole, el cambio de estación y el nuevo ejercicio para muchas empresas. En algunas que conozco este curso escolar no ha empezado bien, después de siete años intentando resolver una situación peliaguda, vuelven a tener un ERE. 177 personas se van a la calle.
© Angel Simon – Fotolia.com
Ayer por la tarde estuve con unos amigos que trabajan en dicha empresa y gran parte de nuestra conversación se desenvolvió, como es lógico, alrededor de la tela de semejante araña.
Su clamor principal era que durante los siete años previos, que conllevaban sus dos ERES con sus bajadas de salario, pérdidas de incentivos para mandos intermedios, que no directores, sus despidos, sus prejubilaciones, vamos unos ERES que lo tenían todo, todo, no se habían tomado medidas adicionales: no se habían abierto nuevas líneas de negocio, que las hay en su sector, no se habían instaurado nuevas políticas de cara al cliente, se habían dejado morir proyectos incipientes rentables y beneficiosos para todo el grupo, eso sí, se había producido un salvamento de amiguetes más propio de película de Disney, que de una empresa seria con casi 100 años de antigüedad. El resultado de estas políticas, obviamente, estaba siendo catastrófico.
Esta empresa es un ejemplo claro lo que supone un equipo directivo sin la formación adecuada, la eliminación progresiva de la creatividad y de la innovación y de la instauración del amiguismo en lugar de la meritocracia.
Los profesores Marcos Uruarte y Javier Fernández Aguado definen estos males muy bien en su libro “Patologías en las organizaciones”.
El Análisis de lo Imperfecto propone revisar las organizaciones desde sus diferentes áreas: el entorno, la propia estructura organizativa, los colaboradores, uno mismo… La causa mayoritaria de muerte de muchas empresas es la autocomplacencia. Y es que cuando nos gustamos demasiado no “necesitamos” aprender porque ya sabemos todo, desaparece el reto, desaparece la necesidad de mejorar, de competir, y desaparecen también las voces críticas que nos dicen lo que no queremos oír, estas no suelen desaparecer voluntariamente. De esta forma pasamos a vivir como la madrastra de Blancanieves y al final perdemos la partida.
El futuro lo creamos nosotros, por lo menos en parte. Si ponemos en puestos de responsabilidad a personas no preparadas por el simple hecho de ser nuestros amiguetes, para pagar favores pasados, actuamos de manera deshonesta e irresponsable de cara a las personas que decimos proteger y dirigir y generaremos no solo pérdidas en forma de capital humano, que se irá a otra parte donde pueda crecer por su propia valía y no por el número de sonrisas dedicadas a lo largo del día a los que mandan. Sino que además acabaremos generando un agujero de desconocimiento que repercutirá en nuestros clientes, en el servicio que les damos y se acabará traduciendo en pérdidas de ventas y habremos contribuido al mal funcionamiento de la empresa, con lo que conlleva.
Si descuidamos nuestra formación y no velamos por que se lleven a cabo o se terminen los proyectos implementados por los equipos que innovaban, en cualquier área, estaremos anclando nuestra empresa a un monolito del pasado y la estaremos lastrando, nuestra competencia, más ligera de pies, pasará a nuestro lado rauda y veloz y aplicará aquello que nosotros dejamos morir = Pérdidas de cuotas de mercado = Pérdidas de ventas.
Si no estamos atentos a las nuevas “trends” del mercado, a las nuevas herramientas de gestión, de metodologías de trabajo, perderemos oportunidades de negocio y gestionaremos “como siempre” los «problemas de siempre” y el resultado será “el mismo que siempre”.
Hay variables que no podemos cambiar ni controlar, como las meteorológicas o la caída de la prima de riesgo, pero hay otras muchas cosas que sí podemos hacer para velar no solo por nuestro empleo, sino por el de aquellos que dependen de nosotros y a los que debemos incentivar, motivar, ayudar, presionar y exigir, todo ello con la misma diligencia en cada cosa.
Es importante que esto no se nos olvide nunca….
Buena semana a todos.
María A. Gil es Ingeniero Técnico Naval, ha ejercitado su carrera profesional, en diferentes empresas del sector naval, con diferentes posiciones, lo que le ha permitido, progresivamente, alcanzar una experiencia y conocimiento del entorno nada desdeñable. En los últimos 5 años, ha centrado sus pasos y los de su equipo, en el desarrollo del mercado marino en el Sur de África y Rusia, trabajando como BMQC Manager para el grupo Barloworld.
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