Todos aquellos que hayan visto La Gran Estafa Americana, recordarán la escena del museo, que es precisamente con la que comienza este trailer:

32 segundos, no necesitas más, para saber de lo que te hablo. Con esos 32 segundos, tienes la clave que te permitirá desentramar la peli.

Si recordáis, hace unas semanas, escribía acerca de la Estupidez Funcional y de cómo, en muchas organizaciones, se trabaja más la imagen que la realidad. Se quiere transmitir una imagen de calma a los accionistas, pensando que con ello se proyecta seguridad, cuando la realidad es que los cimientos tienen aluminosis. Pero como no se ve… Pues los gerentes creen lo que quieren creer… y con ello los accionistas.

Las empresas son reflejo exacto de la sociedad. Hecho lógico, dado que están formadas por personas.

En mis tiempos de técnico, hace ya muchos años, entre otras actividades, realizaba pruebas de mar a embarcaciones de recreo y colaboraba con servicios oficiales detectando averías. Cuando les acompañaba a bordo, en alguno de los puertos, algunos me contaban cómo muchos de los que tenían los barcos amarrados, pasaban quince días en el náutico comiendo sardinas y presumiendo de caviar. Otros eran yatecitos de empresas y otros, simplemente, iban acorde a la eslora que gastaban. Siempre me llamó la atención esta apreciación.

Según un psicólogo con el que participé en  un curso de resolución de conflictos, sólo los deprimidos de verdad son conscientes de la verdadera realidad acerca del mundo que les rodea y de ellos mismos y se ven y lo ven tal y como es. Las personas con depresión suelen caracterizarse, entre otras muchas cosas, por no tener autoestima. La autoestima es necesaria en el ser humano, para seguir adelante día a día y llevar una vida plena, es, como si dijésemos, nuestro catalizador interior. El problema viene cuando, la autoestima, está desequilibrada respecto al resto y nos vemos perfectos.

Cuando una organización se ve perfecta, tiene, podríamos decir, un problema de personalidad que debería resolver, igual que una persona que se ve perfecta. Ambos, deberían buscar ayuda de algún tipo.

La gente cree lo que quiere creer...

© Syda Productions – Fotolia.com

Con una gran diferencia: una organización que se ve perfecta, no observa a su competencia, no potencia el cambio, sino el sectarismo, no facilita la diferencia de opinión entre sus miembros, porque desentonan y distorsionan la imagen y en consecuencia, no se desarrolla, no crece y tiene más dificultades que otras para adaptarse al cambio. En la mayoría de los casos, estas organizaciones tienden a medidas tradicionales para resolver sus problemas actuales, de flujo de caja, de estructura o de falta de innovación, desechando herramientas útiles, por ser demasiado agresivas o simplemente porque las desconocen o incomodan. Porque el que se cree perfecto, no ve la necesidad de aprender, mejorar y no tolera lo que aportan otros.

Según estudios de creatividad, el poner en contacto personas de diferentes disciplinas y permitirles que hablen entre ellas, fomenta la creatividad y con ello, una forma de aproximar los problemas más enriquecedora, el desarrollo de la sociedad y de las ideas.

Si una organización se empeña en vivir como Lord Farquaad, el del pueblecito de Shrek I, podrá generar una “imagen” de perfección en el que sus trabajadores serán o parecerán más o menos felices, pero será solo eso, una imagen y se estará poniendo en peligro el empleo de los que se dice proteger y para los que se dice trabajar.

No podemos pasarnos la vida creyendo lo que queremos creer. Las creencias, pueden ser positivas y pueden ser negativas. Son exógenas y nosotros las adoptamos. El asunto es ¿cómo? ¿por cuánto tiempo? ¿cómo nos afectan en el día a día?

Dicen los creyentes que una fe sin dudas es una fe muerta”. En mi opinión “una organización que no se cuestione, es una organización abocada al fracaso”. Con el tiempo, estará muerta o muy diezmada.

 

María Gil CastañoMaría A. Gil es Ingeniero Técnico Naval, ha ejercitado su carrera profesional, en diferentes empresas del sector naval, con diferentes posiciones, lo que le ha permitido, progresivamente, alcanzar una experiencia y conocimiento del entorno nada desdeñable. En los últimos 5 años, ha centrado sus pasos y los de su equipo, en el desarrollo del mercado marino en el Sur de África y Rusia, trabajando como BMQC Manager para el grupo Barloworld.

 

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