– ¡Ohhhhh – Soy Jefe de Proyecto!, ¿y ahora qué? ¡si ni sé manejar el Project Manager…!

– ¿Perdón?

– Sí, ¿cómo lo hago? ¿cómo voy a organizar todo?

– Simplifica…

Simplifica

© Oksana Kuzmina – Fotolia.com

Esta conversación es real, tan real como que cada mañana sale el sol y cada noche se va a acostar. Me encontré en una sesión de coaching preparando a una persona para una entrevista, que tenía un interrogante enorme suspendido en el aire, acerca de su futuro laboral. El puesto al que optaba no era el de Jefe de Proyecto, pero la empresa en la que quería entrar, tenía estos puestos y en el futuro tenía claro que quería uno.

No te asustes, fue mi respuesta, primero la a y luego la b y nunca olvides que eso sólo es dinero.

A lo largo de los años me he visto en una situación parecida en más de una ocasión y he tenido que ir sacando de mi cabeza y de la cabeza de los que trabajaban conmigo…, la música que sonaba dentro, eso sí, de forma ordenada y en forma de conocimientos adquiridos a lo largo del tiempo. He tenido que ir buscando mis reglas para sobrevivir. A veces he estado sola y a veces, me he encontrado con alguien que me tendió una mano. Con este devenir y este vaivén he aprendido a simplificar y eso es lo que aconsejo y he aconsejado a mi equipo en más de una ocasión. Esta vez no fue una excepción.

Todo puesto de trabajo tiene su propia complejidad. Obviamente no es lo mismo ser jefe de producto, que delineante, que director de departamento. Pero todos, sin lugar a dudas, todos, tienen un comienzo de tarea y un final, un proceso de desarrollo, unas pautas y en todos ellos hay que hacer unas cosas antes de poder hacer otras. El delineante tendrá que definir la escala o las capas con las que va a trabajar, el jefe de producto tendrá que conocer el producto que está vendiendo antes de visitar a los clientes, el director de departamento tendrá que tener claro dónde quiere ir y una hoja de ruta para conseguirlo, la señora de la limpieza necesitará preparar su carrito antes de subir a la planta a vaciar las papeleras… y así todos los puestos.

Si lo miras desde abajo hacia arriba…, uffff…, que inmensidad, esos 1.200m de desnivel se pueden transformar en un 8.000 en menos que chasqueas los dedos, pero ¿y si lo miras a “vista helicóptero”?, como decía un jefe que tuve una vez…, al final ves que es un tablero de juegos…, nada más.

-¿Te gusta cocinar?

-Si, por qué.

– ¿Haces cocido, paella?

-Sí, claro

-Pues gestionar un proyecto es igual que cuando cocinas. Piensas el menú, compras los ingredientes y luego cocinas, añadiendo los ingredientes en el orden que tocan…

Lo que es importante es que entiendas el tablero de juegos, la receta y lo que puedes simultanear, no el que manejes una herramienta informática, la herramienta informática ayuda…; pero si no la tienes, no pasa nada siempre tienes lápiz, papel y un cerebro que usar.

Complicamos las cosas en grado superlativo y lo que tenemos que hacer es conocer nuestro escenario, entender el entorno, cómo funciona eso que tenemos entre manos. La complicación trae el miedo y además nos hace sentir importantes…, uuuu lo que estamos haciendo y eso mola…; pero nos quita perspectiva y además podemos acabar enmarañados en algún lugar de difícil salida.

Simplifica, es mi consejo de esta semana, busca tu analogía para avanzar. Cuando simplificas tu cerebro está más relajado y tu trabajo deja de ser el Menhir que te acompaña pudiendo llegar a ser el juguete con el que te diviertes y te retas…

Buena semana a todos.

 

María Gil CastañoMaría A. Gil es Ingeniero Técnico Naval, ha ejercitado su carrera profesional, en diferentes empresas del sector naval, con diferentes posiciones, lo que le ha permitido, progresivamente, alcanzar una experiencia y conocimiento del entorno nada desdeñable. En los últimos 5 años, ha centrado sus pasos y los de su equipo, en el desarrollo del mercado marino en el Sur de África y Rusia, trabajando como BMQC Manager para el grupo Barloworld.

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