Toda buena idea, para su éxito, depende de una buena ejecución y una buena ejecución necesita, entre otras, de tiempo de planificación y de un correcto tiempo de implementación.

Caminando hacia el éxito...

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El saber dónde se está, tener conciencia de la realidad en la que estamos inmersos, de nuestra situación personal y de nuestras capacidades y habilidades, es parte fundamental del trabajo a hacer previamente antes de ponernos a emprender nuestro proyecto.

El saber dónde queremos estar, tener una idea clara de lo que queremos hacer, una meta ambiciosa que resulte estimulante, es el siguiente paso. Incluso es aconsejable, según expertos en gestión de recursos humanos y coaching, escribir nuestra idea, de forma que adquiramos con nosotros mismos el compromiso que nos impulse. Escribir, además, es una forma de expresión y de fuga, ayudó a más de un escritor famoso a no volverse loco pero, sobre todo, escribir, a ser posible a mano, te regala el tiempo de la reflexión, de la modificación, el perfeccionamiento, te da la pausa para respirar y te deja retornar al punto de partida cuando lo necesitas.

Pero lo que está claro es que entre la “idea” y la “meta”, la “potencia” y el “acto” inevitablemente, hay una distancia que recorrer y durante nuestra particular maratón, seguro, encontramos obstáculos diversos que salvar, desde el conocimiento de alguna herramienta informática, pasando por la creación de nuestra imagen de marca y sin olvidar plantear cómo llegar a tus clientes.

Hay personas que se encuentran más cómodas ejecutando, son los famosos “machacas”, les asignas una tarea y hasta que no la acaban no cejan en su empeño. Por el contrario, hay personas a las que les va más el “pensar”, son máquinas generadoras de ideas, Legos ambulantes. Estos suelen estar más cómodos con un equipo de gente a los que pedir el desarrollo de sus ideas y les suele costar más ponerse delante del teclado durante horas, pero cuando se ponen… pueden encontrar un placer inmenso viendo cómo lo que estaba en su cerebro poco a poco cobra forma… lo que, inevitablemente, les hace tener más y más ideas y perfeccionar las que empezaron.

Hace unos meses leía un artículo de Dan Pallota, fundador de las compañías Pallota Teamworks, Charity Defence Council y director de Advertising for humanity, hombre que revolucionó la forma de organización de eventos para obtención de fondos destinados a obras benéficas, centrando sus esfuerzos en el SIDA y el Cáncer de pulmón. En él hablaba de cómo sale a caminar cada día para pensar y nos explica cómo es en ese momento cuando se le ocurren las mejores ideas, llegando a pedir a su equipo que haga lo mismo por los increíbles resultados que obtiene: “Take a Walk, Sure, but Don’t Call It a Break”.

Tendemos a pensar que si no vemos a las personas delante del ordenador sin decir ni media, aporreando el teclado durante horas, no son productivas y desdeñamos a las personas que dedican parte de su tiempo a pensar dando una vuelta alrededor del edificio, pintando en un cuaderno o mirando el techo.

La conjunción de ambas metodologías es necesaria. Ningún buen proyecto salió adelante sin un duro trabajo y sin una muy buena planificación. Planificar es necesario, es pieza clave para asegurar el éxito, lo que te permite ahorrar tiempo con posterioridad y anticiparte a un imprevisto porque sabías tus debilidades pero también tus fortalezas. Es como si fuésemos al campo de batalla sin conocer cada colina con la que nos vamos a encontrar, cada río y cada vado en el que se nos pudiesen hundir las ruedas de los carros.

Decían a Tiger Woods en una entrevista: “tiene usted mucha suerte Sr. Woods, las mete todas” y respondía él: “Sí, desde que entreno 8h horas al día tengo una suerte increíble, las meto todas”. Pero el trabajo duro también tiene que hacerse, sino, puedes saber dónde tiene cada golondrina el nido del campo de golf de Montecastillo, pero si no has entrenado duro… no vale de nada todo la planificación ni los mejores Pin del mundo.

No podemos olvidarnos de esto a la hora de dirigir nuestros equipos, nuestras organizaciones y nuestras propias carreras profesionales. Debemos buscar un equipo que conjugue ambas capacidades y  nosotros, como responsables del mismo, debemos intentar cultivar ambas, primero: planificar, pensar y luego trabajar, remar con ellos. Así tendremos más probabilidades de llegar a donde queríamos.

Buena semana a todos.

 

María Gil CastañoMaría A. Gil es Ingeniero Técnico Naval, ha ejercitado su carrera profesional, en diferentes empresas del sector naval, con diferentes posiciones, lo que le ha permitido, progresivamente, alcanzar una experiencia y conocimiento del entorno nada desdeñable. En los últimos 5 años, ha centrado sus pasos y los de su equipo, en el desarrollo del mercado marino en el Sur de África y Rusia, trabajando como BMQC Manager para el grupo Barloworld.

 

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