Más allá de analizar los problemas actuales como sucesos ajenos a nuestra propia realidad, necesitamos identificar los factores que nos exigen a considerarlos como una parte activa de nuestra vida. Para ello, resulta significativo mirar las informaciones que consumimos, porque haciéndolo entenderemos de qué estamos hechos. Por desgracia, vista la calidad de los mensajes que más abundan, estamos configurados de las fuentes que bebemos y si desentendemos ese detalle, nunca podremos decidir libremente sobre qué palabras ingeriremos, cuántos datos manejaremos, ni el alcance de sus consecuencias.

Eres la información que bebes

© jminso679 – Fotolia.com

Visto lo visto, nos queda un arduo ejercicio de vigilancia. El primer paso es identificar las fuentes de nuestra información. Hoy en día abundan los profetas del éxito, vendedores de humo que pregonan estrategias y directrices para inocular el deseo de triunfo en el ánimo de las personas. Sin embargo, estos personajes suelen olvidarse muy a menudo de al menos conocer la naturaleza de los temas sobre los que predican, garantizan el éxito sin mirar a quién. Eso nos deja en la necesidad de mirar nosotros mismos en quién nos está proporcionando la información. Entre los profetas mayores solemos encontrar a:

  • El economista que se afana por encajar números olvidándose de la realidad de las personas que analiza, de las circunstancias personales, de la procedencia, de la formación académica, de los recursos disponibles. Cuando todo el esfuerzo se concentra en las matemáticas, las personas pasan a ser simples números y pierden su fundamento vital. ¿Cómo sentir algo por la situación de alguien si sólo es un número más de la ecuación?
  • El político que tiene el futuro resuelto, por méritos propios no cabe dudas, pero hipotecado en los compromisos de su partido o en la visión de sus asesores, y no en la realidad de las personas sobre quienes ejerce su poder. He conocido a muchos políticos que han abusado de la realidad de sus votantes, enseñándoles en una mano las soluciones a sus demandas y moviendo los hilos con la otra mano. Por desgracia, las necesidades que atienden son las generadas por sus compromisos personales, deudas de promoción con empresas, conocidos…
  • El catedrático que sabe mucho de las teorías pero poco de ponerse manos a la obra sobre el terreno. Siempre es más difícil actuar sobre el terreno, con iniciativas con efectos y consecuencias reales. No se trata de menospreciar la labor de nadie, simplemente es una cuestión de compromiso con la realidad. Abundan los catedráticos que ejercen de mentes sensatas, pero desde una distancia ponderable que les deslegitima para defender a los protagonistas de las historias que analizan. Nunca sabremos el peso de una piedra si lo valoramos desde la distancia, viéndolo pasar a hombros del cantero que lo carga.

Esta lista podría alargarse hasta lo indecible, porque podríamos hablar de los afortunados, los famosos, los muy titulados, los sin curriculums, etc. Lastimosamente, según mi punto de vista, estamos atropellados de analistas y mensajeros de fantasía; personajes desconocidos que dicen saber las fuentes de nuestros males, pero nunca nos han llamado a sus consultas ni han elaborado una ficha sobre nuestra realidad. Ellos hablan, nosotros sufrimos; ellos analizan nosotros ni les conocemos.

Robertti Gamarra

 

es empresario y escritor. Editor del blog Interés Productivo.  Es especialista en crear iniciativas de innovación en el ámbito del emprendimiento empresarial. Actualmente Director General de Cuenta Límite.

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