En el hiperconectado mundo actual, hacemos circular por la red cada día una importante cantidad de datos de la que a veces no somos conscientes. Piensa por un momento en toda la información que transmites sobre ti a lo largo de un día normal: mensajes o Whatsapp de todo tipo, un correo electrónico preparando las vacaciones, las claves de acceso que te permiten entrar en la aplicación del banco o realizar una compra por internet, una publicación de Facebook, una foto con tu ubicación o ese archivo en el que guardas las contraseñas de varios servicios.

Cómo codificar nuestras comunicaciones

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Si nos paramos a pensarlo, es mucha la cantidad de información, a veces sensible, que compartimos a diario, y merece la pena establecer un mínimo de seguridad para que nadie pueda interceptar nuestras comunicaciones. Además, es bastante útil saber cuándo nuestra información se está transmitiendo de forma segura y cuándo no, para poder actuar en consecuencia.

Lo primero que debemos saber es qué comunicaciones circulan de forma segura por la red. La herramienta principal, y con la que sabremos al momento si nuestros datos son transmitidos en un entorno seguro, es el cifrado HTTPS.

En el protocolo HTTP, que es el medio por el que nuestros navegadores se comunican con los servidores web para mostrar páginas, los datos son transmitidos sin cifrar, o sea, en texto plano. Por tanto, si alguien tuviera acceso a nuestra red WiFi, o a las comunicaciones entre nuestro equipo y el servidor web, podría ver nuestros datos. Para esto existe el protocolo HTTPS, que cifra la información garantizando una conexión segura entre nuestro equipo y el servidor.

Muchos de los sitios que utilizamos a diario cuentan ya con conexión HTTPS, por ejemplo, Gmail, Facebook, Twitter, además de las páginas web de los bancos y las pasarelas de pago en línea.

Para saber si una web cuenta con cifrado HTTPS, no tenemos más que buscarlo en la barra de dirección de nuestro navegador; en la mayoría de los navegadores, el HTTPS se resalta, además, en color verde.

Si queremos enviar archivos de información sensible con total seguridad, además de utilizar un proveedor de correo fiable que cuente con conexión HTTPS es una buena idea encriptar también los propios archivos. Casi todos los sistemas operativos cuentan con una herramienta para cifrar archivos y carpetas, pero si no queremos complicarnos demasiado en el proceso existen aplicaciones para hacer este trabajo de forma sencilla y al alcance de cualquier usuario, como Toucan, BoxCryptor o Viivo. Los dos últimos, además, son totalmente compatibles con servicios de almacenamiento de archivos en la nube como Dropbox, Box y Google Drive, y por tanto son una opción muy recomendable para proporcionar un extra de seguridad a archivos que queramos compartir con otras personas.

Pero, ¿qué hay de nuestras comunicaciones móviles? Hoy en día, la mayor parte de la gente utiliza más el smartphone que el ordenador, así que no deberíamos descuidar el medio por el que transmitimos la mayor parte de nuestra información.

Lo cierto es que las grandes compañías están cada vez más decididas a dar una mayor seguridad a sus usuarios: Whatsapp, por ejemplo, ha introducido recientemente el cifrado end-to-end, que garantiza que la información circula encriptada de un terminal a otro y que nadie tendrá acceso a nuestros mensajes (ni siquiera en los propios servidores de la compañía). Otros sistemas de mensajería menos utilizados, como Telegram, ya contaban con este tipo de seguridad.

Las llamadas y mensajes también pueden cifrarse. Para ello, existen aplicaciones como Signal (para iPhone), RedPhone y TextSecure (para Android). Son gratuitas y están destinadas al usuario medio, así que es realmente sencillo utilizarlas. El único punto en contra es que la persona a la que llamemos también debe tener instalada la aplicación, pero a cambio contamos con la tranquilidad de llamar y enviar mensajes de forma totalmente segura.

Sabemos cuándo un sitio web es seguro pero, ¿qué pasa con las apps? Desgraciadamente, al contrario de lo que ocurre con los certificados HTTPS, no es tan fácil saber el grado de seguridad con el que circulan nuestros datos en las aplicaciones móviles, así que en este tipo de comunicaciones, igual que en el resto, debería imponerse el sentido común; si queremos transmitir información importante o sensible, deberíamos informarnos primero de la seguridad con la que cuenta la aplicación.

Comunicarnos de forma más segura es fácil y está a nuestro alcance, pero no debemos dejar en manos de la tecnología la responsabilidad de salvaguardar nuestra información. Teniendo en cuenta las normas de seguridad más elementales, y ayudándonos de distintos servicios y utilidades, conseguiremos ocultar nuestras comunicaciones de posibles usos malintencionados.


Marah VillaverdeMarah Villaverde es bloguera, fotógrafa, traductora, inquieta por naturaleza y apasionada de la tecnología y los gadgets. Escribe en geekpunto.com, y en su vida offline disfruta de los gatos, la lluvia, el mar, el cine y las letras.




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