Con el paso de los años me he dado cuenta de que los cambios no llevan tiempo, lo que contradice por completo la difundida idea de que los cambios llevan tiempo. Soy de la idea de que un cambio se realiza de un momento a otro, aunque para ello debe existir cierta presión o necesidad, es decir, para que un verdadero cambio suceda debe existir un factor determinante que lleve a él.
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Es importante mencionar que la idea de que los cambios llevan tiempo conlleva a que muchas veces se crea que se está haciendo un cambio, cuando en realidad solo estamos posponiendo el momento de cambiar. Y muchas veces los cambios se posponen por mucho tiempo, e incluso se puede no llegar a realizar un cambio verdadero nunca, si es que no existe el factor determinante.
Durante muchos años creí que estaba realizando pequeños cambios en mi vida, pero lo cierto es que solo estuve posponiendo los cambios verdaderos. Más de una vez he leído que el principal factor que tienen en común las personas consideradas como exitosas es que se levantan temprano, muy temprano. Yo jamás me forjé el hábito de levantarme temprano, y siempre estuve contrarreloj por las mañanas.
Desde hace mucho tiempo me hice a la idea que lo mío era la noche, lo que me llevó a dejar la mayoría de mis pendientes para la tarde-noche, pero esto me orilló a estar cada vez más cansado y apenas poder levantarme por las mañanas. Poco a poco fui preguntándome que sería de mi día si me levantara temprano, pero solo me hacía a la idea y por varios años ni siquiera pude probar ese cambio.
Hoy puedo decir que para el momento que llego al trabajo ya tengo detrás varias horas bien utilizadas, para hacer deporte, desayunar bien y salir con calma. ¿Estuve cambiando poco a poco durante todos esos años? No, y la respuesta es rotunda. Lo que pasó es que se fueron acumulando varios factores que un buen día terminaron por explotar, y eso fue lo que realmente hizo que yo cambiara radicalmente.
La cuestión es que, al igual que la gran mayoría, el trabajo requiere gran parte de mi día. Pero más allá del tiempo el cansancio era lo que me estaba matando, y pensar en hacer deporte u otras cosas después de un mínimo de 8 horas laborales se estaba volviendo un tormento. Entonces, si conjugamos salir tarde del trabajo, tener salidas con amigos y querer descansar, ir al gimnasio por las noches se volvió imposible.
Y entonces una noche dejé todos mis pendientes de lado y me dormí tan temprano como no lo hacía hace años, puse la alarma muy temprano, dejé preparada mi ropa y listo, fue el día uno de mi cambio de hábitos, donde ahora aprovecho bastante las mañanas para descansar después del trabajo. ¿Me costó trabajo? Por supuesto, pero estaba tan presionado a cambiar que lo hice de un momento a otro.
Pues bien, así como yo cambié muchos de mis hábitos de forma tajante, así es como creo que suceden realmente los cambios. Si estás en una zona de mucho confort, con poca presión o sin necesidad de algo distinto, entonces no ocurren cambios, porque para que un verdadero cambio se lleve a cabo es necesario que exista un factor que lo detone, es necesaria esa última gota que derrama el vaso.
Olmo Axayacatl es ingeniero mecánico agrícola de profesión, con una maestría en ciencias en horticultura, sin planes para el doctorado pero le gustaría irse algunos años a un país de habla inglesa, mientras tanto es profesor y bloguero.