Para todos aquellos que cogieron vacaciones durante los primeros meses estivales, este ya es uno más de su cotidianeidad, pero para muchos, estos son los últimos días de derroche de vagancia, despliegue de ese estaribel playero que acompaña a muchos papás, de las últimas noches de Ibiza o de meter los pies en el agua de ese río infinito…
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Para los que ya volvieron, es posible que Agosto haya sido un mes de mero trámite, con su jornada laboral reducida, sus tardes de tiempo libre a elegir actividad, leyendo el último best seller o algo con más sustancia o simplemente de inactividad bien necesaria y últimamente recomendada por los expertos.
La realidad es que el verano comienza su declive y a muchos eso les hace entrar en lo que se ha dado en llamar “depresión post-vacacional”. Yo no había oído ese término en mi vida hasta hace algunos años, cuando en los telediarios empezaron a dar recetillas para sobrellevar la vuelta a la rutina diaria. Me sorprendió de la misma forma que me sorprenden los horarios actuales de adaptación de los niños a los colegios. Yo soy de una generación en la que cuando empezabas “el cole”, te recogía “la guta” o te llevaba mamá tempranito y hasta por la tarde del tirón… y no pasaba nada. Formaba parte de la vida.
El caso es que nuestro momento laxo termina y debemos ir cogiendo el ritmillo. Retomar ese proyecto en el que trabajábamos antes de irnos, o el nuevo que nos ha caído en la mesa. O simplemente incorporarnos a nuestro devenir diario de despertador y comida maltrecha.
¿Cómo afrontar esta situación?. Pues con alegría y buen humor…
Los primeros días son más duros y quizás sea un buen momento para desempolvar aquellos apuntes del curso de “gestión de tiempo” que te dieron una vez, releerlos y poner en práctica algunas de las cosas que nos contaron. Como por ejemplo: marcar prioridades, hacer una lista, diferenciar entre prioritario y urgente, etc. Etc. Siempre es un buen momento para retomar o iniciar alguna tarea nueva, tu equipo, en el caso de que lo tengas, volverá también relajado y pensar en una nueva forma conjunta de trabajar, puede ser interesante. Un soplo de aire fresco más allá del que sale por las rejillas de ventilación. Es un buen momento en el que puedes comenzar a implantar un programa de evaluación continua o 360, que te permitirá llegar al punto en el que querías llegar. Los buenos propósitos no tienen por qué esperar a Navidad: el día 2 de enero dejo de fumar.
Llevamos ya juntos varios meses y hemos hablado de diferentes temas, caminado por diferentes escenarios y planteado diversas cuestiones acerca de cómo trabajar con las personas que te rodean. Hemos pasado de puntillas por la cuestión de la confianza, profundizado un poco más en lo que podría ser un equipo de alto rendimiento, lo sé, terminología ochentista, pero es que yo fui a EGB, discutido o dialogado de la diferencia existente entre Business Case y Business Plan, estrategia, organización, pero sobre todo y he hecho hincapié a propósito en mis últimos artículos, he remarcado que el líder del equipo es el que da la pauta, el que tiene que ser el ejemplo, el que debe modificar la actitud, el que da el cola cao a su equipo para que funcione, he incidido en la importancia de entender que tu equipo apoya tu nombre, te da tu nombre, que es donde empieza tu currículum.
¿Por qué no aprovechar este mecer de las olas, el recuerdo del verano y transformar esa añoranza en algo bueno y positivo? ¿por qué no eliminar la depresión post-vacacional de tu equipo iniciando algo nuevo, aunque solo sea la forma en la que les das los buenos días o repartes el trabajo?… Crear un hábito es difícil, es lo más difícil, pero cuando lo logras, es tan gratificante…
Te propongo una cosa: coge un lápiz, tu teléfono, busca el cronómetro y selecciona 90 sg. Ponlo en funcionamiento y piensa y escribe todos los usos que se te ocurran para el lápiz. Haz ese ejercicio varias veces y con distintos elementos, verás cómo cada vez se te ocurren más cosas. Luego implica a tu equipo, ve cambiando las tareas y poco a poco irás implantando un plan de creatividad. Ellos al principio te mirarán como si vinieses de la cara oculta de la luna, pero luego irán entendiendo y quién sabe, quizás así las jornadas sean más cortas y más productivas.
Feliz vuelta a todos. Que creéis bien.
María A. Gil es Ingeniero Técnico Naval, ha ejercitado su carrera profesional, en diferentes empresas del sector naval, con diferentes posiciones, lo que le ha permitido, progresivamente, alcanzar una experiencia y conocimiento del entorno nada desdeñable. En los últimos 5 años, ha centrado sus pasos y los de su equipo, en el desarrollo del mercado marino en el Sur de África y Rusia, trabajando como BMQC Manager para el grupo Barloworld.
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