Hubo no hace mucho una campaña de anuncios televisiva que comparaba elementos que la mayoría de nosotros confundimos por su similitud: “no es lo mismo Sushi, que Sashimi…” y proseguía con el comercial. Igualmente una marca de automóviles nos decía: “No es lo mismo conducir… que conducir…” y nos enseñaba su bonito automóvil.

No es lo mismo planificar que "estrategar"

Stauke – Fotolia.com

De la misma manera, no es lo mismo planificar que hacer un plan de estrategia.

Tenía un amigo que se ponía frenético cada vez que tenía que empezar el plan estratégico del año siguiente. La exposición del mismo en el gran consejo era en Julio, ellos empezaban a trabajar en Marzo. Datos, cifras, planificación de ventas, beneficios…. y ensayos. Esto siempre me dejaba un poquito… conmocionada. Hacían cuatro y hasta cinco ensayos para asegurarse de que sus presentaciones iban a ser perfectas. Se encuadernaban, se buscaban las imágenes, se trabajaba en las fotos, la portada, los discursos eran maravillosos… este año hemos crecido… y trabajaban su imagen, que a priori no me parece mal.

Una vez cayó en mis manos uno de esos planes estratégicos. Lo estudié atentamente. Eché mucho en falta una descripción a un mínimo de siete años. Acciones que explicasen cómo iban a llegar a los resultados que decían, estudios de la competencia, análisis de evolución de mercado y nuevas propuestas para solucionar la crisis que estaban viviendo. Y es que en la empresa de mi amigo se planificaba, pero muy pocas veces se hacía un plan estratégico. Luego la planificación se adaptaba a las necesidades del momento y los objetivos sufrían revisiones periódicas, a medida que veían que no llegaban a lo prometido. Esta práctica es habitual y muchas veces necesaria.

Las personas tendemos a mantenernos en nuestro escenario de confort y el diseño de planes estratégicos no escapa de la necesidad de mantenernos en nuestro refugio. Hay formas de saber si te estás acomodando a la hora de diseñar tu plan. Si hablas principalmente del año que viene y no de los próximos siete años. Si te preocupa la presentación, las fotos y el quedar bien. Si no tienes acciones claras, que te digan cómo vas a ir de A a B. Si no controlas bien a tu competencia y los remedios que propones para salir de la gripe invernal en la que vive tu compañía son como los bálsamos de fierabrás, es decir, algo alcanforado, setentista y clásico que teóricamente valen para todo, no tienes un plan estratégico, tienes una planificación, que será buena; pero seguirá siendo una planificación.

Los remedios alcanforados no hacen que una empresa crezca, hacen que subsista y para muchos negocios está bien, es perfectamente aceptable; pero se suelen quedar cortos en compañías con ansias de crecimiento. No puedes pretender hacer siempre lo mismo para resolver el mismo problema porque te olvidas de que ayer no es hoy y por lo tanto, no es lo mismo, es parecido, pero ni los actores, ni las coyunturas políticas ni económicas son iguales y por lo tanto, aunque la base pueda ser válida, que lo será, en muchas ocasiones es necesario probar remedios nuevos.

Arriesgar no es fácil. Pero en un plan estratégico, hay que arriesgar. Un plan estratégico te dice dónde quieres llegar y los pasos que vas a dar para ir hasta ahí. La planificación, con sus fechas en mini, sus fotos y sus implantaciones te va a ayudar; pero no hay que confundirlo.

 

María Gil CastañoMaría A. Gil es Ingeniero Técnico Naval, ha ejercitado su carrera profesional, en diferentes empresas del sector naval, con diferentes posiciones, lo que le ha permitido, progresivamente, alcanzar una experiencia y conocimiento del entorno nada desdeñable. En los últimos 5 años, ha centrado sus pasos y los de su equipo, en el desarrollo del mercado marino en el Sur de África y Rusia, trabajando como BMQC Manager para el grupo Barloworld.

 

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