Hay una expresión coloquial que dice: “los árboles no te dejan ver el bosque” y que trata de ilustrar, de forma gráfica, cómo el tener un enfoque demasiado pequeño o ajustado de las cosas que pasan a nuestro alrededor nos impide ver la inmensidad de lo que nos rodea.

Mirando el fondo..., y no la forma...

© irantzuarb – Fotolia.com

Oía hace poco una noticia acerca de cómo se estaba resintiendo la capacidad visual del hombre desde que pasa tantas horas delante de pantallas de ordenador, consolas, teléfonos, tablets, etc., no sólo apareciendo lo que se conoce como “ojo seco”, sino además aumentando dioptrías y disminuyendo su capacidad visual. Nos limitamos a mirar un espacio muy pequeño, reducimos nuestro campo de visión. Cambiamos nuestra perspectiva.

Una de las cosas que más llamó mi atención cuando empecé a viajar a África fue el horizonte…, aquí todo está cerca…, demasiado, en cambio allí elevas tu vista y está el horizonte…, y no es un horizonte como el que puedes ver en nuestro hermoso campo no, es diferente, será el color, la vegetación o el saberte en otro continente, pero tiene profundidad.

Si viajas a Nueva York y no te paras a pensar en el ancho real de sus calles tendrás la sensación de que esas inmensas avenidas no son más que calles oscuras y estrechas de dos carriles maltrechos solo por el efecto óptico que producen esos altísimos edificios. Es increíble. Es como si te hubiesen escalado y sin embargo todo es enorme…, ”adimensional”.

Por eso es importante entender bien el fondo…, y no pararnos solo en la forma.

Esta semana asistí a una expresión de lo más didáctica de lo que os estoy contando. Unos profesionales que acababan de empezar a trabajar en grupo tenían que desarrollar una tarea conjunta y tenían que entregarla en tramos y en fechas concretas. Había iniciativa, capacidad de trabajo, buena disposición, cada uno complementaba a los otros en habilidades y el resultado no fue el esperado…, ¿por qué?. ¿Qué les hizo equivocarse?… Pues que se fijaron en la forma y no en el fondo de lo que tenían que desarrollar. Y por este motivo dedicaron un montón de horas a producir un montón de papel girando alrededor de la misma idea y, eso sí, entregándolo todo en fechas y muy pulcro, pero fue papel mojado.

Se fijaron en cumplir las fechas, se fijaron en el formato de Word, incluso produjeron presentaciones, algunos se pusieron por su cuenta y riesgo a generar documentos que el resto del grupo tuvo que aceptar pero no se preocuparon de seguir los pasos correctos. No se fijaron en la tarea. Se fijaron en la meta. En llegar a tiempo.

En el artículo Caminando hacia el éxito ya hablaba de lo importante que es reflexionar y pensar antes de emprender cualquier acción. Un maestro de la escuela Kundalini de Nueva York explicaba un día la importancia de manejar el estrés y del autocontrol, así como de la reflexión antes de enviar un mensaje a alguna persona de nuestro entorno y explicaba dos motivos por los que esto era importante:

  1. porque el permanecer tranquilos nos permite observar y ver venir las cosas, anticiparnos y por lo tanto reaccionar mesurada y adecuadamente, estar preparados y ver venir al otro y
  2. porque un mensaje incorrecto a la persona inadecuada puede provocar una cascada de consecuencias inesperadas que no controlamos y no podremos parar.

En la era de las telecomunicaciones, de los avances tecnológicos, de los telescopios espaciales, somos incapaces de mantener la calma y de esta forma centrarnos en La Tarea…, en su ejecución…, en el fondo…, y nos fijamos en la forma…, en llegar a tiempo aunque sea de cualquier manera…, el tiempo…

Somos nuestros propios ladrones de tiempo – os recomiendo Ladrón del tiempo de Terry Pratchett – Somos los ladrones de nuestro fondo.

Os propongo esta semana este ejercicio:

  1. Abre el documento.
  2. Léelo en diagonal.
  3. Respira.
  4. Vuélvelo a leer, pero esta vez como toca y anota lo importante…., y
  5. Responde.

Verás como estás más tranquilo y además no tienes que repetir todo más de una vez.

Buena semana a todos.

 

María Gil CastañoMaría A. Gil es Ingeniero Técnico Naval, ha ejercitado su carrera profesional, en diferentes empresas del sector naval, con diferentes posiciones, lo que le ha permitido, progresivamente, alcanzar una experiencia y conocimiento del entorno nada desdeñable. En los últimos 5 años, ha centrado sus pasos y los de su equipo, en el desarrollo del mercado marino en el Sur de África y Rusia, trabajando como BMQC Manager para el grupo Barloworld.

Shares
Share This