Esta semana he asistido a un seminario on-line organizado por la London Business School e impartido por el profesor Julian Birkinshaw, y cuyo título era el mismo que el de este artículo: Making Innovation Happen.

Making Innovation Happen

© Sergey Nivens – Fotolia.com

Mr. Birkinshaw es poseedor de un sillón en la LBS  en el área de Estrategia y Gestión Internacional, Catedrático Emérito del AIM – Advanced Institute for Management Research – y Catedrático de la Strategic and International Management Faculty. Además bajo su pluma han visto la luz numerosas publicaciones como por ejemplo “Convertirse en un buen jefe” o “El conocimiento como contingencia variable” y un largo etcétera de artículos en colaboración con las más prestigiosas revistas del sector. Esto quiere decir, a mi entender, que cuando habla parece saber bien lo que dice y su discurso no es, para nada, el adquirido entre vuelo y vuelo extraído después de la lectura de un par de libritos más o menos digeribles, y expuesto por cualquier mozalbete ascendido a golpe de amiguismo y que se cree ahora el salvador de sur corporación agonizante.

El seminario versaba sobre innovación en las empresas y cómo diferentes factores son las que se cepillan esta área antes de ver la luz, como los huevos de cualquier pingüino son devorados en el nido por el depredador de turno. Personalmente me hubiese gustado que durase más, pero entiendo que el tiempo del Sr. Birkinshaw es muy…valioso y que ya solo el hecho de que una de las escuelas de negocios más prestigiosas del mundo organice seminarios on-line gratuitos, es más que suficiente, por lo que con mi cuadernito y mi boli a la hora acordada, me puse delante del ordenador, con las orejas de punta, como el lince, atenta a cualquier movimiento en el coto.

El seminario era abierto y cualquiera de los participantes podíamos hacer preguntas, que este caballero iba respondiendo muy amablemente. De él yo extraje varios puntos, de los cuales hoy comparto con vosotros cuatro que me parecen interesantes.

  1. La innovación es para todos los miembros de la empresa.
  2. Para hacer que finalmente se produzca, hay que buscar nuevos medios de financiación.
  3. Hay que facilitar a los empleados el que puedan hablar libremente de sus tareas, para así poder innovar en ellas, bien a través de un forum, en reuniones periódicas, buzones de sugerencias, etc.
  4. Demasiados procesos instaurados asfixian a las empresas.

Mientras oía estos comentarios, no podía dejar de pensar en una serie de programas desarrollados a lo largo de los años y que he visto nacer, implantar y morir en algunas empresas, desde el famoso “Think Smart de TNT” hasta el no tan laureado “EVC de BW” y es que mantener un plan de innovación dentro de las empresas no es una labor sencilla, sobre todo porque en la mayoría de las ocasiones, esta corriente innovadora va de la mano de la corriente económica, pues se basa en premiar al trabajador con regalos, igual que la compra de impresoras de mesa para todos y luego retirada de las mismas, pues no había dinero para pagar los cartuchos de tinta. Fin de corriente económica positiva es sinónimo de fin de programa de innovación

Una vez más, esto pone de manifiesto la tendencia en las corporaciones a creer que las áreas de innovación y desarrollo pertenecen a las mentes preclaras que las dirigen y sobre todo, que no son necesarias en tiempos de crisis. Y dejamos de lado y menospreciamos la labor que cada empleado desempeña, sin pensar en que es la recepcionista la que sabe cómo se envían los paquetes por mensajero y tiene claro dónde se podría producir un ahorro, eliminando el paso intermedio que nosotros desconocemos.

El tiempo pasa, vemos en la prensa y la televisión como en Europa hay países en los que se pagan sueldos de los años 80 y autobuses de personas dirigiéndose a la vendimia francesa, como en los años 60, solo que estamos en el siglo XXI, pero los maleteros de los autobuses van llenos de cajas de aceite y azúcar para ahorrar lo máximo y volver. Yo no estoy en contra de emigrar, yo misma me lo planteo en estos momentos, pero entiendo que no es lo mismo el deseo de ver mundo y trabajar en otras culturas y continentes, que la necesidad de mantener a tus hijos y al perro.

Tenemos las herramientas en nuestras manos para hacer que nuestro entorno laboral sea mejor y ¿cuántas veces lo hacemos?. Habrá personas que tengan suerte y trabajen en empresas no asfixiantes donde les permitan, a ellos y a sus equipos, crecer, desarrollarse e implantar nuevas formas de trabajo, pero muchos, seguro que no tendrán esa opción. En cualquiera de los casos, seguro que hay algún espacio en el que podemos “innovar”, “mejorar” “fluir” con lo que hacemos, que bonito concepto “fluencia”…..

Sería estupendo que así fuese, o que por lo menos lo intentásemos.

Buena semana a todos.

 

María Gil CastañoMaría A. Gil es Ingeniero Técnico Naval, ha ejercitado su carrera profesional, en diferentes empresas del sector naval, con diferentes posiciones, lo que le ha permitido, progresivamente, alcanzar una experiencia y conocimiento del entorno nada desdeñable. En los últimos 5 años, ha centrado sus pasos y los de su equipo, en el desarrollo del mercado marino en el Sur de África y Rusia, trabajando como BMQC Manager para el grupo Barloworld.

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