Mi hija de 7 años quiere montar un negocio. Me lo ha dicho hoy, quiere montar un negocio de venta de limonada. Hemos estado hablando de ello planificándolo para el próximo verano.
¿Seré capaz de canalizar ese incipiente espíritu emprendedor para que no se malogre? La idea, como os podéis imaginar, la ha sacado de unos dibujos animados. Unos dibujos que reflejan algo habitual en la sociedad de Estados Unidos. ¿Cual es el efecto cuando lo normal es que los niños inicien pequeños negocios como un juego más? Cuando acaban sus estudios, e incluso durante los mismos, ya están emprendiendo.
Muy lejos estamos de ello aquí en España. ¿Os imagináis lo que se podría conseguir si el ambiente fuera otro? Si el extraño fuera el que no se plantea emprender. Otro gallo nos cantaría y no estaríamos en la situación en la que nos encontramos ahora.
Espero aprovechar el impulso de mi hija para enseñarle lo poco que he podido aprender hasta ahora; pero que para ella con siete años puede resultarle muy útil. Qué su negocio tendrá unos gastos: la compra de los limones, del azúcar, de la jarra, de los vasos, del hielo. Qué va a tener que trabajar para venderla. Qué una vez que le hayan comprado la limonada los amigos, le costará más venderla. Qué lo que venda dependerá del precio que fije; pero que dependiendo de lo que venda y al precio que lo haga, podrá cubrir gastos o no. Porque aunque para ella sea un juego, puede que al final le cueste más las materias primas que lo que obtenga de la limonada.
Quiero que lo haga, gane o pierda, porque no sólo será divertido para ella y para los amigos a los que embarque en esta aventura, sino que aprenderá lecciones útiles para su futuro y habrá regado una semilla que está empezando a brotar dentro de ella.
Os invito que hagáis lo mismo con vuestros hijos. Qué cuando broten las primeras semillas del emprendimiento, no las dejéis morir como hicieron con las nuestras. Abonarlas, tratarlas con mimo, porque si entre todos las sacamos adelante el futuro de nuestros hijos será realmente mucho mejor del nos podemos imaginar ahora. Una sociedad que no emprende es una sociedad muerta; pero todavía no hemos dicho la última palabra; aunque para ello tenemos que preparar a las nuevas generaciones para el gran cambio que se avecina. Es nuestra responsabilidad.
¿Qué crees que se puede hacer para impulsar vocaciones emprendedoras entre los jóvenes?, me gustaría que lo compartieras en los comentarios de esta página.
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¡Gran post, José María!
Estoy de acuerdo al 100% y desde luego también lo tengo claro, es una idea que alguna vez también he meditado con mi pequeñajo de 12 meses.
Lo de vender limonada de momento aún le queda un poco grande, pero ya llegará el momento y desde luego que no pienso dejar sin regar esa semilla.
Y, sobre todo, pienso corregir una cosa que, por desgracia, me han inculcado a mi y que me ha costado Dios y ayuda quitármela de encima: el miedo al fracaso y aprender que el fracaso no es negativo, sino el paso previo y necesario para el éxito.
Un abrazo,
Alberto
Estoy totalmente de acuerdo contigo, el primer «negocio» de la limonada seguro dará lugar a grandes aprendizajes para tu hija. Precisamente trabajo en un proyecto en el que incentivamos el espíritu emprendedor en edades tempranas. Te invito a conocernos en http://www.fundacioncreate.org. Un abrazo. 🙂
Debemos animar a los más pequeños a hacer cosas solos para que se den cuenta de que, sin ayuda, pueden conseguir muchas cosas.
Hace unas semanas, mi sobrino de 5 años, después de dibujar en tres o cuatro folios, me decía «voy a vender todos estos dibujos y me voy a hacer rico» No pude hacer otra cosa que reirme ¡Un emprendedor en potencia! Las ocurrencias de los niños pueden llegar muy lejos, ¿quién sabe si ellos pueden encontrar la pieza que le falta al puzzle de nuestra idea?
Creo que es importante fomentar el emprendimiento entre ellos, no porque se haya puesto de moda, sino porque debemos hacerles entender que con ganas se consiguen muchas cosas. Y, si tienen ideas emprendedoras, busquemos la manera de animarlos a sacarlas adelante para que puedan vivir su propia experiencia.