– A mi me pagan por tomar decisiones …
Todos hemos oído esta frase en más de una ocasión a más de un jefe y nos hemos respondido internamente: pues claro, pero decisiones buenas para todos, no para tu cuenta bancaria… o claro, pero buenas decisiones, no las que nos lleven a la ruina… o ya el súmun de la conversación interna: ¿pero qué decisiones tomas tú? Si hasta la corbata te la elige tu mujer.
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El que leyó el artículo de la semana pasada, recordará el ejemplo del jefecillo narcisista. Pues bien, a ese hombre le encantaba esta frase, pero cuando le pedían explicaciones acerca de por qué uno de los equipos bajo su mando no había realizado la formación del nuevo producto, él, sin ningún tipo de empacho respondía: porque yo no puedo decir a mi jefe de ingeniería cómo tiene que dirigir su equipo. Y se iba.
Yo nunca llegué a entender esta contradicción, ¿podía o no podía tomar decisiones?
Toda organización debe tener visión de futuro. Eso es una idea clara y definida del sitio al que quiere llegar. A ser posible, dicha visión de futuro debe estar escrita y detallada, si es posible minuciosamente. Dicha visión de futuro se debe compartir con los miembros de la organización, cada uno a su nivel. Si quieres que alguien vaya a algún sitio, debes decirle a dónde debe ir.
Juan Carlos Cubeiro, en su libro La Sensación de Fluidez, nos habla de cómo desarrollar el liderazgo, utilizando como analogía los cinco sentidos. Cuando nos habla de la vista, nos habla de la visión que debe tener un buen líder y con ello, una organización. Enumera una serie de compromisos personales que el que dirige debe adquirir para poder avanzar.
Pasando por la descripción de un horizonte a tres años, indicándonos la necesidad de la anticipación para estudiar escenarios, sin olvidar la necesaria comunicación, tanto interna como externa de dicha visión, así como el consenso y el estudio de otros escenarios, nos da pautas para crecer en este ámbito.
Muchas organizaciones no realizan el suficiente hincapié en esta tarea de visualizar su futuro y, por ende, los líderes de las mismas tampoco saben a dónde van, salvo a cumplir los resultados del mes siguiente. La falta de este tipo de tareas, junto con la falta de comunicación, ya no solo a los clientes externos, sino a los internos, los más importante, hace que éstas acaben padeciendo de una aguda miopía y que la visión de las mismas sea cortoplacista.
Cuando tú trabajas pensando en el hoy y no en el mañana, cuando eres incapaz de ver dónde estás y dónde quieres llegar, cuando no has reflexionado acerca de las diferentes metas que quieres conseguir y, lo que es más importante, el por qué las quieres conseguir, es imposible que consigas nada, salvo el sueldo a fin de mes, y las organizaciones y los equipos van “como pollo sin cabeza”. Nadie sabe a dónde va, el horizonte no es claro, las personas pierden la confianza y se van.
El Sr. Cubeiro, mediante un relato ameno, reflexiona acerca de esto y plantea un tipo de liderazgo más “holístico”, haciéndonos pensar acerca de toda la información que recibimos y que no usamos y que escatimamos a nuestros propios equipos. Lo que lleva a un enlentecimiento y un subdesarrollo que al final, suele costar la vida a la organización.
Planificar, visionar, comunicar, son cosas que debe hacer un líder de equipos. Su organización, se lo agradecerá.
María A. Gil es Ingeniero Técnico Naval, ha ejercitado su carrera profesional, en diferentes empresas del sector naval, con diferentes posiciones, lo que le ha permitido, progresivamente, alcanzar una experiencia y conocimiento del entorno nada desdeñable. En los últimos 5 años, ha centrado sus pasos y los de su equipo, en el desarrollo del mercado marino en el Sur de África y Rusia, trabajando como BMQC Manager para el grupo Barloworld.
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