Finalmente lo hemos logrado. Nos armamos de valor, conseguimos hacer acopio de fuerzas y de dinero, logramos cumplir con todos los requisitos burocráticos y legales para echar a andar nuestro negocio, obtenemos precios por nuestros productos lo suficientemente ventajosos para sacar un margen de beneficio aceptable, desarrollamos una campaña de publicidad y venta muy atractiva…y como una cerilla al rozarla contra la lija, nuestras fuerzas e ideas se van apagando igual de rápido que se encendieron. ¿Y ahora qué?

Emprendedor, párate y respira

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Cuando aparece el desánimo

Una vez que ha pasado cierto tiempo y que hemos logrado materializar las ideas que teníamos en mente, es muy posible que nos sintamos defraudad@s ante la aparente indiferencia y falta de acogida de la sociedad frente a nuestra empresa y sus servicios.

En primer lugar, respira hondo y analiza todo lo que has realizado en tan corto periodo de tiempo. Tu vida ha sido una vorágine en las últimas semanas e incluso meses así que es normal que tu cuerpo, acostumbrado de pronto a una alta dosis de estrés, tensión y adrenalina se encuentre extraño al cesar esas condiciones tan poco recomendables. Repítete que lo antinatural era moverse a un nivel tan elevado de estrés, que lo saludable es precisamente disponer de tiempo para pensar y tener tus ratos a solas. Lejos de lamentarte por ello, reutilízalo para diseñar en esos momentos, nuevas estrategias a seguir, hacer esas llamadas pendientes o actualizar tu lista de precios o servicios a ofertar a tus clientes.

La desmotivación, esa gran enemiga

Posiblemente por el desconocimiento de la actividad empresarial, haya ocasiones en las que nos resulte que caminamos por tierras pantanosas e incluso puede que lleguemos a lamentarnos de haber llegado a convertirnos en empresari@s. Grave error. No debemos permitirnos caer en la autoinmolación cuando tenemos tantas cosas por hacer con respecto a nuestro negocio y nuestro futuro. ¿Quién dijo que iba a ser fácil? Si lo fuera, todo el mundo sería emprendedor, ¿no crees?.

Piensa a lo grande, actúa a pequeña escala

Nunca debemos perder de vista nuestro objetivo. El ser empresario o emprendedor, el lograr posicionar nuestra empresa en su sector y localidad o en Internet es una carrera de fondo.  Por ello debemos pensar a largo plazo, partiendo desde el hoy (aquí y ahora) hasta lo que deseamos llegar a lograr dentro de un mes, de un año, de 5 años…Y debemos ser cuidadosamente realistas y objetivos o por el contrario acabaremos peor que la protagonista del cuento de la lechera.

Una vez establecidas las diversas etapas por las que deseamos que transcurra nuestra labor empresarial, comenzaremos a tratar de materializarlas desde el primer granito de arena, a pequeña escala, sin preocuparnos por el paso siguiente o los sucesivos. Solo así, como una hormiguita, en el día a día, lograremos un determinado momento alzar la vista, mirar atrás y comprobar lo lejos que estamos llegando. Recuerda que como dijo el sabio: “el viaje más largo comienza con un solo paso”, a lo que añadió Antonio Machado: “se hace camino al andar”.

Constancia, seriedad y buen hacer (profesionalidad), las claves del éxito

Estas tres acciones deben ser esenciales en tu día a día y el éxito de tu negocio estará sobradamente garantizado. Rígete por una rutina que marque tu trabajo. Da igual que un día llueva o no tengas ningún cliente, debes cumplir con tus horarios. Tu trato correcto, profesional y humano nunca debe resentirse por tu estado anímico u otras preocupaciones. La calidad de tu labor debe ser siempre constante, así como la franqueza y tu compromiso con los clientes. Sólo así, día a día, irás convirtiéndote en ese gran profesional que siempre has soñado ser.

 

Marisa Pérez Conde

 

Marisa Pérez Conde, experta en en Organización y Recursos Humanos, apasionada de las redes sociales, del mundo online en general, por eso desde mi blog soymarisaperez.com pretendo transmitir todo aquello que me fascina. Colaboradora puntual de David Fabrés.

 

 

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