La Walt Disney Company tiene un programa dedicado íntegramente a la promoción del bienestar infantil y de las familias que participan de sus productos, bien sea de sus servicios, material promocional vario, etc.
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Para enmarcar este proyecto han implementado el término “Disney Citizenship”, lo que en castellano viene siendo “Ciudadanía Disney”. El término es ambicioso porque por definición, la palabra Ciudadanía, tal y como se recoge en la RAE tiene ella solita tres acepciones:
- Cualidad y derecho de ciudadano.
- Conjunto de los ciudadanos de un pueblo o nación.
- Comportamiento propio de un buen ciudadano.
No suele haber puntada sin hilo en las grandes compañías y hay que reconocer que la WDC es muy, muy grande por lo que el término no estará elegido al azar. Bajo este paraguas han desarrollado las bases de su negocio: han adquirido el compromiso continuo de conseguir ser la compañía más admirada en el mundo, siendo la integridad de su personal y la calidad de las experiencias de entretenimiento que proporcionan, las dos herramientas seleccionadas para alcanzar dicha gloria. Ahí queda eso. Para los curiosos:
http://thewaltdisneycompany.com/citizenship
Como valores principales tienen los siguientes:
- Actuar de manera ética.
- Generar y promocionar contenidos y productos de alta calidad.
- Cuidar del medio ambiente.
- Compromiso social.
- Respeto.
- Actuar con responsabilidad en la cadena de valor, es decir, producir sus productos de mercadotecnia de forma responsable a través de programas enfocados en la seguridad, el entorno y el trabajo digno.
Para el café de las ocho no está mal creo yo. No estoy haciendo apología de la WDC, pero cuando me he encontrado en linkedIn que estaban buscando un Responsable para su proyecto de Bienestar en Iberia, pues me ha llamado la atención y he investigado un poco.
La WDC no es muy diferente a la mayoría de grandes compañías, muchas participan en programas sociales, intentan entregar productos de calidad, dicen tratar a sus empleados con respeto y dicen promocionar el buen ambiente laboral.
Las empresas son en si mismas y de forma abstracta entidades dignas pero están formadas por personas y las personas muchas veces no somos tan dignas. A lo largo de la historia numerosos han sido los casos en los que gracias al “fuego amigo” más de uno perdió el empleo, que nos cegamos y nos metemos en una guerra de guerrillas por intereses particulares, etc.
Los “Core Values” o los “Valores Centrales” de una empresa han pasado a ser como las hombreras y los pelos cardados, o los colores ácidos de las camisetas de verano, una moda, algo que se cuelga en marcos y que queda muy bien para los visitantes que van a nuestra oficina, es más, decimos promocionar y participar de dichos valores cuando la realidad más absoluta suele ser la contraria. Hemos desvirtuado, una vez más, un concepto que prometía y que quería ser una especie de código ético para transmitir y generar un ambiente correcto de trabajo, para alcanzar un crecimiento sostenible y cuando digo sostenible no me refiero a reciclar, sino sostenible porque hayamos conseguido que nuestros empleados no quieran irse y que el motivo no sea el miedo porque “fuera las cosas están muy mal”, o porque tienen un horario genial aunque su trabajo y su realización como profesional y el ambiente no les aportan nada y haya una total desafección, o porque los sueldos están fatal pero se irían de buena gana, sino que no quieran irse porque de verdad están a gusto en la empresa en la que trabajan porque es coherente con los valores colgados en el tabloncillo.
La WDC tiene contradicciones, como todas. El puesto de “Responsable de bienestar y buen rollito” tiene sus claros y sus sombras, como todos, al final se le van a pedir resultados, tiene que gestionar ventas, etc., pero el título moooolaaa, ya solo saber que hay un departamento dedicado a generar dinero cumpliendo con parte de los valores de la compañía, pues oye, anima.
Personalmente creo que estaría más que bien si existiese esa figura dentro del departamento de RRHH de cualquier empresa, sin el título de responsable, no es necesario, y que una de las principales labores fuese trabajar transversal y verticalmente para conseguir que se cumpliesen los códigos de valor de muchas compañías, que si la formación aparece en esa tablilla, alguien velase para que los recién llegados recibiesen la formación prometida en la entrevista, lo normal es que esto no ocurra, que no se demonice al que se va y se le eche encima el fracaso en el proyecto A, B o C porque la persona que lo ha cogido es el amigo de…, y no tiene ni idea pero había que mantenerlo, que se promocionase el conocimiento del impacto que cada puesto de trabajo produce en el funcionamiento de la compañía y no me refiero a un tema de salarios, sino que se hiciese entender lo importante que es cada uno en la empresa y no se le tratase con desdén porque no lleva corbata, las faltas de respeto, etc., etc., etc.
Las empresas las formamos las personas y llevamos nuestros códigos y principios con nosotros. No son malas porque sí, son malas porque nosotros queremos que lo sean. Podemos elegir renunciar a ellos o no. Mi abuelo decía, “hija, a veces hay que bajarse del burro, dar un palo, subirse en el burro y seguir caminando”…, al hombre no le faltaba razón, pero con cada palo que damos construimos nuestro entorno, el empresarial también.
Buena semana a todos, a ser posible con más claros que sombras.
María A. Gil es Ingeniero Técnico Naval, ha ejercitado su carrera profesional, en diferentes empresas del sector naval, con diferentes posiciones, lo que le ha permitido, progresivamente, alcanzar una experiencia y conocimiento del entorno nada desdeñable. En los últimos 5 años, ha centrado sus pasos y los de su equipo, en el desarrollo del mercado marino en el Sur de África y Rusia, trabajando como BMQC Manager para el grupo Barloworld.