Los conocimientos y la experiencia forman una parte esencial de la personalidad de cada individuo. Y bien gestionados pueden resultar una eficaz herramienta para conseguir los propósitos personales o para fortalecer las posibles debilidades. En lo profesional, el conocimiento es la marca de cada individuo, un emblema que viaja en la propia persona, que trasluce de forma natural las virtudes sin necesidad de incidir en ellas: todos las perciben y las aprecian. Resulta por ello patético cuando un inepto finge saberlo todo por conseguir una migaja de reconocimiento artificial. No vale de nada empeñarse en explicar los conocimientos de uno mismo, ni en alardear sobre la experiencia, porque quien sabe lo sabe y quien no, el tiempo lo delata.

Cómo aprovechar mejor los conocimientos y la experiencia

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Interés Productivo

Tener Interés productivo es una forma eficaz de entrar en acción. ¿Qué significa tener interés productivo? Imaginemos a un oyente de un taller de formación que escucha muchos conceptos de provecho, incluso definiciones y técnicas ya conocidas que el conferenciante le ha vuelto a recordar. El oyente abandona el taller con energías renovadas, atropellado de iniciativas, convencido de encontrar por fin el camino para avanzar en la concreción de las ideas que lleva dentro. Pero el tiempo pasa; al día siguiente se despierta abrumado otra vez por la rutina y su entusiasmo se esfuma, su actitud positiva se vuelve desesperación; ya no le ilusiona ninguna idea. ¿Por qué pasa esto?, ¿por qué de repente se pierde toda la inercia?, ¿en qué han quedado las explicaciones, las vivas esperanzas? Esto se llama interés pasivo. Sabes que algo te interesa, sabes que lo tienes incluso dentro de ti, pero no lo sacas fuera, no lo materializas en nada.

Esa pérdida de interés es la consecuencia de haber estado recibiendo información en bruto de incalculable valor, pero sin los instrumentos adecuados para convertirlas en hechos. El interés productivo es la herramienta que transforma la actitud pasiva en voluntad de ponerse en marcha. Un impulso que lleva indefectiblemente a la acción, una forma eficaz de inculcar en las personas estrategias para concretar sus propuestas, aprovechándose de la información acumulada hasta entonces.

La acción

Adquirir formación ya es el pasado. Todos hemos estado sometidos durante la vida laboral a la educación obligatoria de forma ininterrumpida, de la que no somos conscientes. Ahora es necesario traducir ese caudal informativo en productividad. Es imprescindible pasar de la fase de acumulación a la acción, con ideas propias, con inquietudes propias. “¿Pero, cómo?, sé lo que quiero, pero no sé cómo ponerlo en marcha. No sé si estará bien o es una tontería. No sé si voy a sacar algo de todo eso”. Así piensan muchos. Entregados a esa incertidumbre, lo natural es optar por conservar la posición actual y no arriesgar lo poco que se tiene, evitando perder los recursos acumulados en algo que no se sabe si funcionará o no. Esa decisión marca la barrera entre un triunfador y los demás.

Tener interés productivo es transformar las dudas en alternativas y oportunidades, llevar luz en la oscuridad, aportar sensatez al desconcierto que dominan las ideas. En los momentos de incertidumbre, los triunfadores empiezan a trabajar en la articulación de estrategias para poner en acción las ideas, y eso los diferencia indiscutiblemente de los demás. Los innovadores suelen seguir la tendencia de la economía actual o del mercado donde quieren implantar su actividad. Pero esta capacidad no es exclusiva de los innovadores. Cualquiera puede ponerse en acción y superar las dudas.

Saber aprovechar los conocimientos y la experiencia es estar un paso por delante en cualquier ámbito de acción.

 

Robertti Gamarra

 

es empresario y escritor. Editor del blog Interés Productivo.  Es especialista en crear iniciativas de innovación en el ámbito del emprendimiento empresarial. Actualmente Director General de Cuenta Límite.

 
 


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